martes, 12 de abril de 2011

NANÁ

PARA DORMIR

No podía dormir.
Me asomé a la ventana.
Estaba la noche friolenta
tejiendo estrellas de lana.
Estaban todas prolijitas
en punto “santa clara”.
La lunaovillo le prestaba
sus hebras color de plata
y el viento atrevido en las
sombras las enredaba.

El sueño cerraba mis ojos.
Me despedí de la ventana
y me quedé pronto dormida
contando estrellas de lana.

madre hijo

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